Hace mas o menos tres meses que me perdí. Si, me perdí. Esa chica cínica, sarcástica, que nunca se abría lo suficiente como para que no la lastimen. Esa chica ya no existe. Hace tres meses que estoy mas vulnerable que nunca. Feliz, si. Pero la felicidad viene con un riesgo enorme. El riesgo de que puede esfumarse en un segundo. Nada lo define mejor que esta frase: la felicidad da miedo.
La gente suele decir que los primeros dos meses son los de más miedo, porque no sabes a dónde va todo, no sabes aun bien qué siente la otra persona, ni siquiera entiendes qué sientes tu. Pero no estoy de acuerdo. A medida que pasa el tiempo los sentimientos crecen. Sin darte cuenta estas completamente vulnerable. Completamente metida. Ya no hay barreras, no hay forma humana de ocultar lo que sientes y la profundidad de esos sentimientos. Ahí. Ese es el momento de mas miedo. Porque puedes salir lastimada. Porque ya están todas las cartas sobre la mesa. Ese el momento en que no queda mas que disfrutar ese miedo. Porque es un miedo fuerte pero está cubierto de los mejores momentos que has tenido en tu vida.
No soy experta en relaciones, lo he dicho incontables veces. Lo que si les puedo asegurar es que el riesgo de perderse y estar vulnerable vale la pena.
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